Laura y Nardi son dos personas maravillosas. A Laura ya la conocía de hace tiempo, prácticamente de mi infancia, y una vez que me presentó a Nardi, supe que esta sesión de preboda iba a ser muy divertida.
En primer lugar quiero darles las gracias por invitarme a su casa, donde pudimos hacer varias fotos muy bonitas. Estaban algo nerviosos, pero cuando se olvidaron de que yo estaba allí, todo empezó a fluir de forma natural.
Una boda de película. Es lo único que se me ocurre para describir ese 4 de Septiembre. Jamás podré olvidar la cara de felicidad que tenían Mónica y Juan Antonio aquel día. Todo sobre un verde espectacular, un campo de golf al fondo y un castillo de época.
Empecé la mañana nervioso, ilusionado y con ganas de hacer lo que me gusta, tomar fotos. Se me pasó el día muy rápido, y es de esas bodas que se te hacen cortas y te quedas con ganas de más. Conocí a gente espectacular y todo fue a pedir de boca.
Laura y Nardi son dos personas maravillosas. A Laura ya la conocía de hace tiempo, prácticamente de mi infancia, y una vez que me presentó a Nardi, supe que esta sesión de preboda iba a ser muy divertida.
En primer lugar quiero darles las gracias por invitarme a su casa, donde pudimos hacer varias fotos muy bonitas. Estaban algo nerviosos, pero cuando se olvidaron de que yo estaba allí, todo empezó a fluir de forma natural.
Cuando les propuse a Rocío y Alberto hacer una editorial de boda, no hubo ni un instante de duda. Ellos estaban encantados con la idea de que yo fuera su fotógrafo, y yo feliz por contar con una pareja como ellos.
Son dos personas encantadoras, dispuestas a todo y con ganas de arriesgarse, y me gusta la gente que arriesga.
Decidimos hacer la sesión en Benaocaz, en la provincia de Cádiz. La tarde se pasó volando entre risas y algún que otro conductor tocando el claxon y gritando “¡vivan los novios!”. Fue un día mágico, en un lugar idílico y con unas personas increíbles.